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Hoy hablaremos de una de las fracturas más frecuentes en el ser humano, las fracturas de tobillo.

Los tobillos son articulaciones sometidas a gran demanda funcional y se encuentran expuestas
a sufrir lesiones, ya sea durante una actividad deportiva o por una caída accidental.

El tobillo está compuesto por tres huesos, el peroné, la tibia y el astrágalo. Estos tres huesos
encajan entre sí y funcionan a modo de “cajetín” o mortaja. Cualquier lesión que afecte la
estructura ósea o los ligamentos que conforman la mortaja del tobillo, repercutirá en la
función del mismo.

Tipos de fracturas

El mecanismo más frecuente de lesión suele ser un giro forzado del pie. Suele afectarse
principalmente el peroné, aunque mientras más grave o intensa sea la lesión, se afectarán la
tibia distal, la cúpula del astrágalo, e incluso los ligamentos que sostienen el tobillo, pudiendo
llegar este a fracturarse y luxarse en la misma lesión; es lo que conocemos como fractura-
luxación de tobillo, una lesión muy grave y de tratamiento complejo.

Estas fracturas se manifiestan inmediatamente después de la lesión, con dolor muy intenso y
limitación funcional para caminar o apoyar el pie. Es típica la inflamación llamativa en la cara
lateral del tobillo, y un cambio de coloración violácea de la piel, conocido también como
equimosis.

Normalmente una radiografía nos aporta bastante información del tipo de fractura y el
tratamiento a seguir. Si la lesión tiene mayor gravedad, puede requerirse un estudio adicional
como un TAC o Resonancia Magnética, según valoración del Traumatólogo tratante.

Tratamientos

El tratamiento de estas lesiones es variado y dependerá del tipo de fractura y las estructuras
afectadas. Puede requerir desde una simple inmovilización con una bota de yeso, hasta una
intervención quirúrgica, que restituya la estructura ósea del tobillo, normalmente con el uso
de placas y tornillos. Un problema frecuente que se asocia es el estado de la piel, ya que el
tobillo al ser una articulación relativamente superficial, suele producir gran inflamación,
aparición de ampollas y sufrimiento cutáneo; lo que dificulta la cicatrización , aumenta el
riesgo de infección y puede requerir de cirugías para lavado, limpieza o injertos cutáneos en
los casos más graves.

Proceso de recuperación

Es imprescindible en el proceso de recuperación, evitar el apoyo de la pierna afectada,
normalmente durante 4-6 semanas, tras lo cual se requerirá de un manejo fisioterápico
adecuado para ganar movilidad, estabilidad y fuerza en el tobillo. La inflamación secuelar es un
fenómeno habitual y tardará en resolverse aproximadamente 8-10 meses. Y el retorno a la
actividad deportiva se recomienda a partir del 4to – 6to mes.

Unas buenas muletas , y una bota ortopédica, suelen ser buenos aliados en el proceso de recuperación!!

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